La lectura es una gran ventana a la formación en todos los
sentidos. Podríamos estar horas hablando acerca de los beneficios del libro
para los niños, y no pararíamos jamás.
El libro lleva al niño a querer leer, a buscar saber más. Aumenta
su habilidad de escuchar y desarrolla su sentido crítico. Al seguir el curso de
un historia, la sucesión de ideas, el niño les da coherencia, ubica personajes
y escenarios, establece relaciones temporales y espaciales, con lo cual
desarrolla la lógica y la agilidad de su mente para establecer conexiones. El
libro le adentra en el mundo del arte, del dibujo y de la imagen a través de
las ilustraciones. Aumenta la variedad de experiencias, y crea alternativas de
diversión y placer para él. Y mientras,
el niño aprende también a convertir las palabras en ideas, su cerebro
traduce las descripciones en lugares,
personas, cosas, imágenes, etc., imagina lo que no ha visto, bucea en la
situación emocional del personaje, reforzando su empatía, experimenta
sensaciones nuevas como el peligro, el misterio... El niño se divierte o llora
a través de los libros. Gracias a su lectura se pone en contacto con lugares,
gentes y costumbres lejanas en el tiempo o en el espacio, lo que lleva a la
recreación, a la fantasía, a experimentar lo que sienten o piensan otras
personas, a escuchar otras voces, a desarrollar el criterio, a aceptar la
diversidad y la pluralidad de opiniones, a entender la condición humana, a
ampliar horizontes. La lectura aumenta nuestro bagaje cultural, nos proporciona
información y conocimientos, promueve nuestra curiosidad científica y nos
despierta nuevos intereses y aficiones.
Sin embargo, hay que tener claro que, aunque los libros son
importantes porque contienen valores y enseñan vocabulario y expresiones nuevas y el uso correcto
del lenguaje, es el acto de leer en sí, si es posible todos los días, lo
que llevará a su hijo a este rincón tan exquisito que es la aventura del saber,
del conocer y descubrir. .
El interés por la lectura se debe
inculcar desde la más tierna infancia, no es necesario esperar a que un niño
lea para que él pueda tener contactos con los libros, y ha de ser tratado, con
persistencia y dedicación, que se convierta en un hábito, fijando una hora al
día para hacerlo; ya sea la hora de dormir, o después de la comida. También hay
que cuidar el modo de acercarse a ellos. En estas edades tempranas les
enseñamos todo acerca del libro, les iniciamos en las alegrías del viaje sin
intentar saber que obtienen de él. Y con el tiempo le convertimos en buenos
lectores, ávidos de nuevas aventuras, aún sin exigirles una moneda de cambio. Leer debe ser un viaje en el que cada nueva historia es un
regalo. Y los adultos que los rodean deben alimentar ese entusiasmo en lugar de poner a prueba su competencia, estimular su deseo de aprender en lugar de imponerle el deber de recitar, convertirlo en un juego en vez de una tarea, haciendo que disfruten del presente sin blandir la amenaza del futuro. No podemos permitir que ese regalo se convierta en un Hay que leer, que solo fomentará recelo e inapetencia. Éste no refleja el deseo de que los niños lean, sino que saquen adelante sus estudios. Es decir, que lean para que aprendan a interpretar correctamente los textos y poemas que se les dan, que sepan analizarlos, y que los comenten y resuman inteligentemente. Por inhibida que sea cualquier lectura está presidida por el placer de leer, que no ha de ser forzado, ni pervertido.La lectura no debe convertirse en un deber, así solo aprenderán a odiarla. Si no conseguimos inculcar ese amor que nosotros sentimos por la lectura en ellos, tampoco hemos de poner el grito en el cielo. En el fondo, el deber de educar consiste, al enseñar a los niños a leer, al iniciarlos en la literatura, en darles los medios de juzgar libremente si sienten o no la necesidad de los libros.
Y en cuanto al libro ha escoger, hay libros para todas las
edades y gustos. Libros sólo con imágenes, para que los padres vayan indicando
el nombre de cada imagen o lo que acontece; libros con vocabularios, para que
el niño vaya visualizando las letras y las palabras; libros con sonidos; y
libros con texto e ilustraciones para los niños que ya saben leer. Hay mil
tipos de libros y los niños deben leer lo que les interese, sin que los padres limiten
sus gustos. Éstos deben valorar el momento de lectura de los hijos y
diversificar los temas hablando de ellos con los niños, favoreciendo todo tipo
de libro, sea del material que sea (tela, cartón, plástico, etc.).
Por todo ello, en este blog vamos a sugerir unos pocos que destacan entre la gran variedad, proponiendo diversas actividades y juegos que sacarán todo el provecho que puedan de ellos y harán que disfruten aún más si cabe.
Y para terminar, un video que nos ofrece de forma muy original unas cuantas razones para leer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario